domingo, 6 de octubre de 2013

Ir a la cocina sin quitarte las legañas
y querer sentir el frío de un buen café con hielo. 
Notar la diferencia 
entre dos o tres piedras de hielo 
porque eres íntimo con las temperaturas. 
Apoyar los codos sobre el pollo de la cocina, 
pegar un sorbo 
y notar como baja por el esófago 
algo tan frío 
como lo que te duele desde hace tiempo, 
pero tangible. 
Y cuando te has terminado el café, 
te das cuenta 
de que solo han pasado dos minutos 
y las dos o tres piedras de hielo siguen intactas, 
porque no tienes paciencia para nada en esta vida.

domingo, 5 de mayo de 2013

Días de mucho, vísperas de nada.

Ahora mismo no sé qué puedo aportar. ¿Qué deparará todo esto? Cómo equiparar la sensación de asesino con la sensibilidad de un perro muerto. No le puedes pedir a una nube que no llueva de vez en cuando. De hecho, en este momento, necesita soltar todo lo que lleva dentro. Los cántaros no aguantan la presión de las gotas que caen incesantes. Piden permiso de suicidio.
Hay días en los que hay que cambiar las soluciones. Días en los que no valen las vendas. Días gangrenados. Días sin soltura.
Días al vacío.
Días que no son casualidades.
Días que dejan de ser feligreses.
Días en el punto de mira.
Días caducados.
Días descalificados.
Días que se consumen.
Días villanos.
Días lánguidos.
Días en los que te das cuenta de que el más absoluto de los fracasos te honra.

miércoles, 1 de mayo de 2013

El periodista de investigación es a menudo indispensable para el bienestar de la sociedad, pero sólo si sabe cuando dejar de investigar.

Perdón por ser quien soy en un momento desafortunado. Preso del deseo, me convertí en el esclavo de la paciencia  y preso de la paciencia convertí un deseo en esclavo. Nunca quise ser el protagonista de un final feliz de cuento. De hecho, nunca quise ser el protagonista de nada. Siempre me ha incomodado ser el centro de los focos, y menos que me vean comiendo perdices.
Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras. ¿Por qué interrumpir la concordia si las discordias no nos hacen felices? Prefiero construirme un adosado en la mentira a vivir en un cartón en la verdad. Solemos pensar que la conciencia tranquila es felicidad  ¿Seríais felices sabiendo todas y cada una de las veces que os dieron por culo?
Prefiero pensar que poseo a la más puta de las princesas que a la puta a la que mejor le queda la corona.

viernes, 26 de abril de 2013

¿Con qué salsa quieren ser cocinados?

Entonces cuenta que fue a un restaurant, se sentó y escuchó hablar al cocinero. Y el cocinero había hecho una asamblea, donde estaban presentes las gallinas, los patos, los cerdos, los conejos, los faisanes... Y entonces les preguntó: "¿Con qué salsa quieren ser cocinados?". Todos quedaron asustadísimos, hasta que se escuchó a una humilde gallina decir: "Yo no quiero ser cocinada". Entonces, el cocinero dijo: "¡Un momento! Eso está fuera de toda discusión. Ustedes, lo único que pueden elegir, es la salsa con la que quieren ser cocinados."
Eso nos está pasando a nosotros. ¿Qué elección tenemos? ¿Ustedes eligieron la salsa con la que quieren ser cocinados?

jueves, 25 de abril de 2013

10:12

Todo es aparentemente sencillo. Tu forma de contarme lo que te pasa, y también lo que no, con esa soberbia infantil y chicharachera que siempre, aunque no lo sabía, logró vencerme. No darte cuenta de que eres preso de un sistema espectador, viendo como se desarrolla todo a tu alrededor mientras no alcanzas a dar un paso que valga la pena. Me subo a ti y corro. Corro sin tino y me miras, sonriendo, porque te importa mi rumbo, mi trayectoria, en cada paseo utópico en el que se convierte el día a día.
Y hago un inciso para preguntarme si después de la gran caminata conviene guardar el afán. Sería precioso cumplir la meta que me llevó a volver a mirar hacia mis adentros. No sé si la luz que desprendes es el faro que debo seguir o es el incendio que mi profecía dice que acabará conmigo. Si la curiosidad mato al gato, treparía felino por esas estúpidas reglas y refranes que disculpan los fracasos y amedrentan los altos ritmos cardíacos.
Porque entiendes que soy extraño y no intentas convertirme en otra oveja del rebaño.

lunes, 22 de abril de 2013

El que se ahoga no repara en lo que se agarra.

Nos escapamos. De quién sino del tiempo, de quién sino del llanto. Noto un aroma de tensión que no creo que muchas cuerdas pudieran resistir. Tal vez tenga que tejer algo que la soporte con los hilos de los que depende decir "Living is beautiful!". Me encanta desafiar la veracidad y la autenticidad de las situaciones, y más si hay factores entre medias que hacen que todo lo vea claro como un lago en Finlandia o como los primeros brillos que entran cuando subes la persiana después de una noche que ni recuerdas, o que quieres olvidar. Nos escapamos. No quise saber de ti y eso me volvió loco. Salías hasta en las noticias. Me pegaba carpetazos intentando ver las estrellas para dejar de imaginar pecados. Mediante cortes en la muñeca lo único que desangré fue mi paciencia. Siento como si se me estuviera acabando el tiempo. Ya el hecho de saber que existen las cuentas atrás me horripila; oír el sonido de un tic tac y no pensar. Maldita sedentaria, ¡sal de mi memoria! Tu cometido no es decorar un rincón en mi cabeza. Nos escapamos. Quiero ver dónde coincide el amanecer con el anochecer y ver dormir a los tiburones. Quiero cabalgar a merced de la fortuna.

domingo, 21 de abril de 2013

Hay palabras que suben como el humo, y otras que caen como la lluvia.

Por mí no te cortes en adorar a un pene de mármol. Me da igual si te ilusiones porque un día te haya hecho ver el cielo a la altura de las estrellas. Sufrirás de impotencia cuando veas que está más lejos de lo que te hice y te pude haber hecho ver. Mirarás al suelo, a alguna baldosa, y verás que tú también estás aprisionada, entre el asfalto de la calle y el portal de tus sueños. Matarás por unos milímetros y también porque te pisen. No pude hacer nada para moverte. Te pinté de otro color y barnicé tus esquinas pero no te das cuenta de que seguirás siendo una simple baldosa, fundida entre el paso de la gente. Servirás de camino a cientos de transeúntes en apenas un instante. Tu despreocupación es digna de alabanza al ver que formas parte de algo tan grande.
Recuerda que cuando llueve esa gente se queda en casa.

sábado, 20 de abril de 2013

No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe.

Cuando las yemas de los dedos exploten al aplaudirse mis zarpas manos; cuando mis ojos se cierren cual compuerta de seguridad al no entenderla razón de una mirada perdida; cuando te preguntes por qué hay que preguntarse el porqué de todo, ahí es cuando figuras entre mis adeptos; mi fiel noctámbulo de acero inoxidable. Quiero imponerme a los demás. Llegar a la cima y poner mi bandera, porque lo que es mío es mío, ¿entiendes? Lucharé por organizar mi futuro, una fortuna que tiene de todo menos oro. Haré locuras. Total, son para ti. Esas palabras envalentonadas que te hacen echarte para atrás. No cabe lugar para la mentira. Si tengo que decirte que no cambiaría nada de mi vida aunque me lo pidieras de rodillas, lo haré. Y si te tengo que decir que me he enamorado de unos ojos que vi en sueños y que ya no te quiero, también lo haré.
Pondré mi nombre en tu frente. Tatuaré mi nombre en el sótano más profundo de tu fiero corazón.

viernes, 19 de abril de 2013

Nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento.

Caos. Consuelo. Dos bocanadas de aire y unos centímetros en medio que se hacen longevos. Cada vez que rozo tus labios con mi dedo me entra un escalofrío y me desenmascaro. En mis ratos de solas los recuerdos se caducan y me sirven otros nuevos. Sigue sin gustarme. Los fogonazos que me pegabas por las noches eran dignos de ser fotografiados; descritos con palabras de seda. Nos metimos en un lío y salimos de él como pudimos, y no fue peor el remedio que la enfermedad, como pensaba el sabio. La vida nos otorga pequeños momentos en los que el destino no entra en juego pero no nos damos cuenta. Miradas torpes, sentimientos parapléjicos. Solo pedía estar junto a ti; un atisbo de tu risa. Que me dibujaras con tus dedos en mi espalda la frase que siempre quise tatuarme. Nunca he escrito nada parecido a un cuento de hadas, pero idolatro los finales felices. Finales felices en los que en vez de comer perdices nos miráramos descaradamente con deseos de que todo volviera a ser como el primer día.
En la morada de lo indescriptible no soy bienvenido y tampoco quiero serlo.
"Dad al hombre salud y metas que alcanzar y no se detendrá a pensar sobre si es feliz o no." George Bernard Shaw.

miércoles, 17 de abril de 2013

Tiempo: lo que los hombres siempre tratan de matar, pero acaba por matarlos.

El tiempo pasa tan rápido que a veces tengo la sensación de que el mundo va demasiado despacio. Me subo al tren de la locura y pierdo la noción de ti. El revisor se olvida y el humo de la locomotora contamina nuestro alrededor, como insultando a los que no son como nosotros. Siéntate y disfruta del paisaje. Un cielo grisáceo, casi plateado, y un prado desgastado, acusado ya tanto por las fugaces miradas de los viajeros que parece una reliquia inconservable. Notamos la velocidad aunque estemos dentro. Somos conscientes de todos.

martes, 16 de abril de 2013

Prolegómenos

Qué relativo es todo. Mucha gente ve en un amanecer frente al mar un agujero en la capa de ozono, contaminación y muerte. Muchos no se atreven a sentirse por encima de los demás en una noria por miedo a que, por un tornillo, cuanto más alto estás más duele la caída. Otros muchos no degustan una buena carne porque saben que un animal no ha podido degustar una buena vida. Y que hay de los que no entran seguros en la cancha pensando en si lo harán bien o no, en vez de dejarse la piel pensando en las ovaciones que pueden caer encima. Qué hay de cuando veía la luna más bonita del mundo contigo, y ahora me da miedo mirar por la ventana porque, cuando miro, sé que la ves con otro. Sinceramente, tengo las persianas cerradas desde entonces. No puedo escuchar algunas canciones ni ver películas de miedo solo. Las sonrisas de los chinos ya no me dicen nada y mi tobillo es de los pocos que aún sigue teniéndote. Pretendes vivir de las caras de perro y del perdón rogado.
¿De verdad te llena saber que todos te recordarán por ser quien eres pero tú morirte sin conocerte? Sé que sí. Por eso sigue arqueando los labios, soltando lágrimas que no mojan y viendo la luna del brazo de cualquiera. Puede que, cuando menos te lo esperes, le cojas miedo a mirar por la ventana y, entonces, solo entonces, por fin, seremos dos.

Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad.

lunes, 15 de abril de 2013

Bendito plantel.

No tengo expectativas más altas que una cerveza con más espuma que la anterior. O así, por lo menos, funcionaba antes mi vida. No tenía plegarias porque todas las aspirabas cogiéndome de la mano y haciendo de un paseo mi camino de Santiago. Echaré de menos tus hoyuelos cuando te reías antes de fruncir el ceño cuando hacía algún comentario fuera de lugar para bajarte los humos porque se veía de lejos que eras consciente del brillo que provocabas en mis ojos. No me gusta mirar hacia el futuro, porque además de que está muy lejos, mi esperanza es miope. Tuve miedo a acostumbrarme al paraíso que me ofrecías entre tus piernas. Un miedo que, cuando terminaba el día, me susurraba que también quería sumarse a la fiesta. Desde que te conocí, no tengo ganas de andarme por las nubes, a menos que vea alguna con tu forma. Me gustaría aprender a hacerle el amor al espejo cuando estás delante.
Sé que he fracasado. Fracasé prácticamente al conocerte, y teóricamente cuando supe que el culo más bonito de la ciudad ya tenía unas iniciales tatuadas en la nalga izquierda.
Bendito plantel.

sábado, 6 de abril de 2013

Todo tiene sus límites. Todo tiene tus límites.

He retomado la actitud por la que me acusaron de pendenciero. Por fin puedo gritar que soy culpable y, sin miedo, caer en la retahíla de acontecimientos que siempre me hizo sentirme como en casa. No tengo nada que decir, salvo que se te acabó el chollo. Tus (des)afortunados comentarios me hicieron darme cuenta de que ninguna mujer vale tanto. Y como tratar de olvidar a alguien es querer recordarlo para siempre, haremos como si no ocurre nada y volvamos así al principio, cuando me sentía como en casa; cuando me hacías sentirme como en casa.
Por cierto, sepan que olvidar lo malo también es tener memoria.
Yo aquí, escribiendote. Tú allá, borrándote.
Prefiero ser consciente de que he perdido el honor a perder la conciencia.

lunes, 1 de abril de 2013

Siempre luché por ser tu astronauta preferido

Es difícil asumir que has atentado contra ti mismo. No dejamos de ser putas en este burdel que es la vida. Cobramos el sueldo mínimo y nos indignamos porque queremos ser libres y no tener que hacer una última penitencia antes de cerrar los ojos para siempre. Tratamos de caminar dando aires de firmeza y templanza por un alambre de licor de mora. No tengo miedo, y nunca lo tuve.
Debemos vivir el presente. ¿Qué importa quién eras la semana pasada si sabes quién eres hoy?
Aparentar tiene más letras que ser.

miércoles, 20 de marzo de 2013

No consigo dormir

No consigo dormir, tengo una mujer atravesada entre lo párpados. Si pudiera, le diría que se vaya, pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
Yo siempre fui de retos y brabuconerías. De intentar coger el toro por los cuernos aunque supiera que sus astas eran mi perdición. Me planteaba retos y atravesaba hasta el camino más angosto y pedregoso, pero ahora... es intentar coger el sueño y que su silueta afrodisíaca se me resbale.
De verdad, tenéis que verla. Ese pelo descuidado y con tanta personalidad que le preguntarías hasta el nombre; esa boca que, cuando sonríe, te quita la resaca; esa nariz traviesa y que goliznea en busca de tu atención; y esos ojos... madre mía, qué ojos. ¿Alguna vez os habéis sentido delincuentes al devolver una mirada? ¿Que si te sigues sumergiendo en ella no habrá socorrista que te salve? Estoy seguro de que ella también está enamorada de sí misma desde la primera vez que se miró al espejo.
A veces siento que todo convencionalismo está fuera de lugar. Toda posibilidad cabe con un poco de maña y dos pocos de fuerza, pero ella... que alguien se la lleve. Me está haciendo la vida imposible su existencia, pero es todo tan bello...
Y he descubierto algo. He observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, al menos algún instante, en el paraíso.
No consigo dormir, tengo una mujer atravesada entre lo párpados. Si pudiera, le diría que se vaya, pero tengo una mujer atravesada en la garganta.

martes, 12 de marzo de 2013

Un lunar con forma de estrella

Estoy harto de majaras. Se me pegan sin previo aviso y la naturalidad con que asumo sus delirios me preocupa, a veces. Cuando estoy sobrio. Me preocupa pocas veces.
Entra esa mujer y los clientes contienen el aliento. Hay mucha gente hoy porque tocará alguna banda de jazz con muchas ganas pero poco talento. Se sienta a mi lado. Pide un whisky y me dice:
—No pienso follar contigo. Eres un canalla.
Va a empezar. Estoy harto de majaras. De verdad. Pero ha dicho “canalla”. No ha dicho mamón, maldito cabrón, pedazo de hijo de puta, o definición parecida. Una mujer que dice canalla frunciendo así los labios, tiene algo de reina. Aunque esté loca.
Lleva un vestido rojo y el amarillo de su pelo en un sol de bote pero le sienta muy bien. La tela roja ciñe su cuerpo y no le sobra nada. El escote podría servir de escenario para la actuación de un coro de pueblo, pero dudo que nadie prestara atención a las voces ni a la melodía. Anna me asesina con la mirada pero nunca dirá nada. Nadie es de nadie y yo soy nadie.
—Eso es lo que eres: un canalla. Y ni sueñes en llevarme al servicio de este bar y romperme las bragas y hacérmelo contra los azulejos. Ni lo sueñes—. insiste ella.
—Llevo siglos sin soñar —informo—. Y sin romper bragas.
—No intentes liarme con tus tretas de poeta. He leído tu libro.
—No esperes que te felicite.
Se remueve en el taburete y el movimiento agita su cuerpo. Joder. Necesito otra cerveza.
Busco las cerillas en el bolsillo y las arrojo sobre la barra.
Cuento. Diez. Diez es par. Par es sí. Joder.
—La sexta, Poe —contabiliza Anna mientras me alcanza mi cerveza.
—No te hagas el apático —dice la rubia—. Sé que eres un maldito canalla. Con el cuento del escritor te dedicabas a engañar jovencitas ingenuas para tirártelas.
No discuto. Hace tiempo que sospecho lo mismo, pero entonces era tan idiota que pensaba lo contrario. Hasta que empecé a caer. Aún estoy en ello.
—“Pájaros de amor pegados en los azulejos y en los cuerpos”— declama con tono burlón. A mí también me suena muy cursi—. Menuda chorrada. ¿Te suena el nombre de Daniela? Tenía dieciéis años, hace unos siete..., delgada, cintura estrecha, caderas generosas, un lunar con forma de estrella en la teta izquierda...
Lo del lunar con forma de estrella sí que me suena de algo. Hubo un tiempo en que me interesó la astronomía. Luego dejó de interesarme todo.
La mujer abre su bolso, espía el contenido, comprueba que todavía lleva lo que busca y sigue hablando. Por algún motivo el bolso me parece muy pesado para ser tan pequeño.
La banda se prepara y antes del primer acorde se que atacarán con una versión de... bah, ni que importara. Atacar es el verbo adecuado.
—El taller literario. ¿Recuerdas? Daniela era sensible y tierna, llena de ideas y ganas de escribir. Y llevaba tu libro a todas partes. Su poema preferido era el de los azulejos, decía que dentro de la brutalidad de tus descripciones, había mucha dulzura...
Un lunar con forma de estrella en la teta izquierda. Diez cerillas y es un sí. Joder. Estoy harto de los majaras. La rubia se acerca y ya va por el tercer whisky sin soltar el bolso que pesa demasiado. Tiene un cuerpo de pecado y aunque intenta ser vulgar no puede ocultar que tiene clase. Y un pecho impresionante. Dos.
—Daniela hizo de todo para conocerte, y en cuanto supo del taller literario, se apuntó sin dudarlo. Decía que tu decisión de hacer las reuniones en un bar era un rasgo de autenticidad. JA.
No me gusta esto. Ella se acerca más en cada frase y las cerillas han dicho sí y el bolso entreabierto es una fea promesa. Recuerdo un lunar pero no en una teta.
—Daniela hizo lo posible por destacar, por llamar tu atención. Tenía una fotocopia de una foto tuya de una revista, ampliada y pegada sobre su cama.
—No es para tanto. Hay gente que tiene la foto de Michael Jackson.
—No juegues al cínico conmigo, Poe. ¿Así te llaman ahora, verdad? Me costó encontrarte, nadie sabía de ti y no pensé que hubieras caído tan bajo. Pero te encontré. Cuando una tiene una misión, acaba por cumplirla.
Mete la mano en el bolso pero se arrepiente. No es el momento.
Bebemos un rato en silencio. Varios moscones se acercan a ella pero los espanta con una mirada de desdén.
—Daniela estaba obsesionada por ese poema. Una guarrada más, un listo describiendo cómo se tira a una tía en el baño de un bar. Pero ella se lo sabía de memoria y siempre lo recitaba. Pero tú sólo tenías ojos para esa jodida cría calva… Una noche, la última noche que fue a tu asqueroso taller literario, no lo soportó más y se coló en el baño detrás de ti, se desnudó para ofrecerse, y tú la rechazaste.
Veo un desfile de baños y azulejos, estrellas que brillan en tetas izquierdas, y el humo de unos ojos que no consigo recordar. Eso fue antes de caer el todo, y desde entonces he oído varios cracs y muy pocos clics. Uno puede seguir tirando cuando oye un clic de vez en cuando. Pero cuando todo son cracs, solo puede dejarse caer.
El local se anima y solo veo la mano dentro del bolso. Termino mi cerveza. Las cerillas pares te arruinan la vida, porque significan “sí” y contra eso no se puede hacer mucho.
—Vamos —le digo y tomo su mano.
Nos mezclamos entre la gente que sigue el ritmo con la cabeza o con sus vasos. Anna ha quedado atrás. Entramos a los servicios. El Flautista Loco mira su flauta extrañado. Solo consigue tocar cuando se sienta en el váter y entonces sopla maravillas. Pero esta noche la flauta sigue muda. Me mira un momento y sale.
—Daniela...—dice ella.
La empujo sin violencia hacia una de las puertas. Busca con la mano en el bolso pequeño y pesado. La abrazo por detrás pero no se resiste. Le muerdo el cuello y gime. Mis manos caminan por su cuerpo, se meten debajo del vestido rojo, aferran sus caderas como si fueran asas de un ánfora llena de un líquido caliente y volátil. Encuentro las tiras del tanga y al sentir la presión se revuelve contra mí. Tiro hasta romperlas y la tela resbala hacia abajo. Juego con dedos en su sexo y está húmeda. Otra mano recoge el vestido rojo, acaricia su vientre y sube hasta el pecho. También bajo los tirantes y enrollo el vestido en su cintura. No lleva sujetador. No lo necesita.
—Daniela... —dice otra vez pero se interrumpe.
Entran un par de clientes a descargar para hacer sitio para más cerveza. Hablan a tropezones pero comentan lo buena que está la rubia de la barra y que no se explican cómo pierde el tiempo con el borracho de Poe. Yo no pierdo el tiempo. Los tíos se van y nuestros gemidos rebotan en los azulejos del baño. Ni siquiera era un buen poema, no sé por qué a todas les causa el mismo efecto. La rubia colabora, gobierna con la cara contra los azulejos, ataca y vuelve, parece no advertir que su cabeza golpea contra la pared al volver. Todo es brumoso y ruin, todo es brillante. Sigo hasta estallar y un poco más, mientras ella se sacude. Y cuando salgo, suspira y recupera la decisión. Se vuelve con la mano dentro del bolso y ya no me importa.
—¿Por qué? —pregunta.
—¿Por qué no?
—¿Por qué ahora y no entonces, cuando Daniela...?
—Porque era una chiquilla tierna, porque hasta yo tengo mis principios, y, seguramente, porque estaría muy borracho. Además, el baño de aquel bar donde nos reuníamos, era muy cutre.
Me mira a los ojos y me sorprende que tenga unas ojeras nuevas, de sexo, y ese brillo en los ojos. Se baja el vestido. Antes se subir la parte superior, se exhibe. En la teta izquierda tiene un bonito lunar con forma de estrella.
—Llevo tiempo buscándote —dice mientras mantiene la mano en el bolso—. Tengo algo para ti.
Cierro los ojos. No vale. Quiero verlo venir. Los abro.
Saca un sobre que contiene un tarjetón de color sepia. Es una invitación para la boda de una tal Daniela López con un tal Orlando Sanz. Es un tarjetón caro, como la sala donde se celebrará la fiesta.
—He podido olvidarte, canalla. He conocido a un chico bueno y sensible y me caso el sábado.
—Ya.
—¿Irás? —pregunta.
—No lo sé. ¿Habrá buena bebida?
—La mejor y en cantidad. Yo misma me ocupé de elegir el menú y la sala. Además, tiene unos baños impresionantes.
Se arregla el vestido y se marcha, como una reina.
Fumo un cigarrillo sentado en el inodoro.
Estoy harto de los majaras. De verdad.
Salgo al bar y eludo la mirada de Anna.
Busco la puerta de la calle y me siento en la acera.
Necesito mirar las estrellas.

domingo, 10 de marzo de 2013

Crónicas, 18:18.

No pasa un día
sin que me atraque la sospecha
de que algún ladrón
cabrón
le guinda del bolsillo a mi reloj
un par de horas.
No hay noche en que no despierte
de repente
para sorprender en pleno acto de rapiña
al artesano cruel
que le saca punta al minutero.
Duermo con un martillo bajo la almohada,
o un libro amigo de tapas duras,
que viene a ser lo mismo.
Tengo conciencia atómica del sonido baboso
que producen al alejarse mis segundos,
pero solo logro adivinar con quién se van
cuando ya se han ido.
Me he reconciliado con mi sombra
al comprobar que la pobre se mueve
cada vez
un poco menos
y se esconde asustada
entre mis pies
cuando llega el mediodía.
Dice mi doctora que es normal
y que me ve mucho mejor
cuando acudo atardecido a su consulta
e insiste en que no deje las pastillas.
Pero alguien
se está quedando con mi tiempo
para venderlo los domingos en el rastro
y lo peor es que sospecho
de mi complicidad en el asunto.
No pienso denunciar el robo,
pronto
se quedará sin nada que quitarme,
pero resulta insoportable
la sospecha de que conozco al delincuente
casi tanto
como creía conocerme a mí mismo.
Estoy considerando
seriamente
empezar
a beber
otra vez.

lunes, 25 de febrero de 2013

Un átomo también hace sombra

"Soy una mierda de padre
una mierda de marido
apruebo raspando como amante
y siempre cateo como amigo.
Y últimamente
he sabido que también
soy una mierda de poeta.
Porque un nenúfar me sigue pareciendo
un coño mustio
más que una sutil alegoría.
De las murallas milenarias me interesan
más los triunfos nocturnos
que las brillantes derrotas a mediodía
y de los héroes la duda
y también de los malvados.

Soy una mierda de poeta
lo sé
porque me niego a exprimir mis palabras como piedras
o rocosas naranjas
hasta extraerles un zumo
tan volátil y exquisito
que solo puedan disfrutarlo un par de selectos paladares.
Y apenas me intereso por el sentido de la vida
cuando padezco una bronquitis aguda
o se irritan las ingles
y sus queridos suburbios.
Soy una mierda de poeta
porque dejo sueltas por el patio
a mis metáforas
y luego se escapan o se mueren
porque mi búsqueda del final del universo
nunca llega más allá de tres baldosas
y si la rima se arrima
la dejo seguirme por un rato
y después la espanto
por si acaso.

Pero si un día
la poesía te pide ser
bufanda y bandera de la gente
lanza con hambre
florete sin bolita de pretextos en la punta
si quiere convertirse en un NO
más grande que un tsunami
y no sabes qué hacer
llámame al móvil
cabrón.
Soy una mierda de poeta
pero puede
que tenga para darte
un par de ideas."

sábado, 16 de febrero de 2013

Siendo franco, soy tu flanco

Soy ese susto que llega mientras duermes y hace que te despiertes hostilmente. Mi objetivo no era interrumpir tu insano sueño. Simplemente llegué e hice lo que pude, lo que sabía y lo que necesité. Era inconcebible pensar que ese susto te levantara de la cama, y menos que te hiciera olvidar y no querer retomar ese idolatrable y húmedo sueño con tintes de Romeo y Julieta. Soy de los pocos que podría negarte que creo en esos sueños, porque carcomen tu realidad y siempre es conveniente saber en qué mundo vives. Soy esclavo del destino, y tanto él, como tú y como yo, sabemos que volveremos a encontrarnos y que verás de nuevo, durante unos instantes, que la vida no es un sueño.

viernes, 1 de febrero de 2013

Noche de patines y viento en las ideas

Según me pongo los patines, noto que voy por delante de los demás. Cuando salgo por la puerta de casa y estoy bajando en el ascensor, se van sentando los preámbulos de una impetuosa precipitación con nombre de reina inglesa. Al principio la brisa, y poco después un auténtico huracán dándome el abrazo que nadie me dio durante el día. Esa sensación de no tener que darle explicaciones a nadie. Simplemente dejar que todo vaya sobre ruedas.

viernes, 18 de enero de 2013

Otra entrada más

No aseguro una buena temporada, ni siquiera victorias, tan solo sé que tenemos derecho a roce. Como siempre, estas palabras no valen absolutamente de nada. Actúo sabiendo que nada de lo que hago será relevante. No te tomas dos minutos de tu vida para darte cuenta de que la estás tirando, vas a interesarte por lo que escribe un miserable trapecista onírico. 
La fricción también está permitida. Abusar del alcohol para pasar por alto que somos dos desconocidos al fin y al cabo. Me da igual admitirlo, desde que te conozco malgasto balas sin despecho, como si tuviera otro cartucho en la recámara, pero no. 
Nada vale la pena de ser encontrado sino lo que jamás ha existido aún.

jueves, 17 de enero de 2013

Culpable

Celeste hipocresía la que asola sobre nosotros. No han sido crueles, sino más bien libres de erigir su propio camino tomando como primera losa nuestro primer paso juntos. Quién sabe dónde quedó la época en la que pensábamos que la felicidad era de madera, pero yo ya no huelo a barniz. Cuando me sujetabas con tus susurros y tus dedos vagabundeando entre mi pelo buscando un poco del cariño que nunca te supe dar. Pudimos salvar el cuento de hadas del olvido y lo único que hicimos fue ir cavando la tumba real de la princesa y del campesino que murieron presos del exceso de libertad.
A veces añoro cosas que no he vivido, y tengo miedo. El día que ocurran, la falsa nostalgia se convertirá en daga de recuerdo, y no sabremos si escondernos o aceptar que hemos fracasado como emprendedores amantes fugaces.

martes, 1 de enero de 2013

Todo hombre es tonto al menos cinco minutos al día

Pocos sospechan al percibir la primera fisura en una pieza de porcelana que esa delgada línea basta para hacerla estallar. Cuántas veces habremos estado al borde del desquicio, de perder la compostura, de resbalarnos, de perdernos sin quererlo, de saborear una nueva victoria, de acariciar el peligro, de conocer los adentros del huracán. Qué haríamos si no fuéramos conscientes de lo que hacemos y decimos en todo momento. Por muchos que el caos sea un cálido hogar, no dejamos de ser okupas en la casa de la conciencia. 
A veces, aún a sabiendas de que los sueños son preciosos y orgásmicos, no querría vivirlos. Nos hacen obtener una perspectiva de la realidad tan sublime que adormece en nosotros cualquier estado de complacencia. 
No quiero dejar de soñar, no quiero dejar de cumplir las normas, no quiero dejar de no hacer lo que quiero porque lo correcto manda. Pero todos tenemos un límite. Caer en la tentación como si fuera un accidente.