sábado, 12 de mayo de 2012

Cuatro horas y veintitrés minutos.

Ser fiel a tu escote palabra de honor. Ser el soldadito de juguete de una colección de figuras que no tuvieron lugar en la guerra que hubo de nosotros. De una colección que abatallan mi imaginación. Yo no quiero coleccionar cosas inútiles como monedas, sellos o recuerdos. Prefiero coleccionar tus besos, y que realicen un estampado rojo carmín en mi espalda, tatuaje dueño y seña de una noche, o un día, o un momento. Eres la pesadilla que nunca tuve y la bala que nunca llegó a darme de lleno. Esas sensaciones que nunca tuve, pero que hay que tener para saber dónde está el límite de la resistencia de una persona. Sobrevolar París por encima de los enamorados, sintiéndonos a una altura a la que ellos nunca llegarán ni a imaginarse.
Esa piel blanca como el folio en el que escribo cuando pierdo el tiempo en fantasías; esa melena rubio de una Barbie de extrarradio; ese pecho sobre el que quisiera dormir y que me hiciera soñar...
No quiero pararme a describirte. Dicen los detalles son importantes, y tienes tantos que merecen ser la pena nombrados que no hay tiempo para perder el tiempo.
Where is the love cantamos Andreas Wijk y yo en este momento, pero si no estás para escucharnos, todo tiene mucho menos sentido.
Between u n me.