miércoles, 15 de junio de 2011

Estimar en silenci

Nunca se nos prohibió ser quienes éramos, tal vez fue ese el error. Juntos estallábamos. Podía ver en sus ojos la sensación de calma, y eso me daba adrenalina. Sabía que era especial. No había lugar para errores, y vencimos. Y de repente, desaparecimos. Sin una explicación razonable nos encerramos en nosotros mismos, forjamos corazas de insensateces, de interioridades, de vacío. Un vacío insano. Dolía. Y no nos dábamos cuenta. Tal vez fuera la monotonía. En el fondo solo hacíamos lo que nos guiaba el momento, y no guiábamos el momento nosotros. Darle una bofetada a lo que piensas por una vez. Y ocurrió. Una tarde noche de miércoles me sentí diferente. Hablaste y mis oídos se congelaron. Por tu boca salían ideas inconcebibles, fuera de lugar, de tu lugar. Y me gustaba. Me encantaba saber que te dolías por dentro, una y otra vez. Un dolor que dilataba mis pupilas y percibía aún mejor tus ojos llorosos. Aún sin llevar las gafas, mi falta de vista se convirtió en falta de ti.
Ten por seguro que estos Beatles no vivirán de lo que fueron. He conseguido algo que a lo mejor me viene grande, pero sabré llevar el peso del triunfo. Lo sé. No caben mentiras en este juego. Si te digo que te quiero no es mentira. Si te digo que yo también he tenido semanas de cautiverio emocional, créeme. Y si te digo que nos quedan infinidad de estallidos juntos, suspira, y hagamos que la galaxia se quede a cuadros.

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