sábado, 12 de marzo de 2011

Donen ganes de viure al llit

Su cabeza le pesa el doble porque es flagrante el camino que seguimos mientras no miremos al suelo. Quise ser inequívoco, como un despertador, pero como los despertadores, no siempre suenan lo suficientemente alto y sigo durmiendo. Sigo durmiendo sobre una cama desconocida y las sábanas son suaves. El edredón me abraza con gracia y la luz no penetra por esas persianas de correderas amarillas. Es acogedor. Dan ganas de vivir acostado, como el infinito.
Una calma que me arropa si el sol cae, un olor que trae recuerdos, una chica que no sabe que la observo.

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