viernes, 28 de enero de 2011

No le busques tres pies al gato.

Esos ojos de perro degollado en los que me puedo fijar desde un quinto piso. Con certeza podría decir que desdeñan peticiones. Un tanto desproporcionadas pero siempre desde un punto de vista positivo. Podría calcular la distancia hacia un bienestar, solo, fijandome en los reflejos del sol en esas dos medialunas rojas. Rojas de sufrir. De descomponer pañuelos y de tener que usar la yema de los dedos para retener esa agua que llueve lentamente por esas mejillas de ensueño. Menudo colocón.
Ya es que cansas tío. No encuentro motivos para retomar el viaje. Pinchaste las ruedas, arrancáste el volante, mojaste las pastillas de freno, reventaste el acelerador y el freno.. tu no sabes lo que es eso, puto impulsivo sin cabeza. Me cuesta más arreglarlo todo que volverme a casa caminando. Lo siento, pero nos hemos quedado sin vacaciones.
Renegado a que me pisoteen. Soy el juguete de mucha gente, y yo sin saberlo!
Confúndeme con una gárgola de piedra de una iglesia. Soy impenetrable, lo más duro que puedas encontrar yendo un puto día de lluvia de camino al hospital, a petición tuya.
:]

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