sábado, 14 de mayo de 2011

La ceguesa com a mitjà d'altruisme

Sé que nunca conseguirás complacerme, de una manera u otra. Soy como un vaso de plástico con un agujero en el fondo; hondo, de tubo y que le gusta llenarse de lo que menos le conviene. No es culpa de nadie, ni mía. Sigue intentándolo que yo no pongo pegas. No me gusta ya ver la tele, salir todos los días ni ser un irresponsable. Centrarlo todo. Hay días que quedarse en casa es la mejor manera de superar la soledad y limpiar tu habitación para empezar a ordenarte a ti mismo. Es el mecanismo más complicado, el más depravado. No hay nada como un cigarro antes de entrenar. Lo que le apetece a uno es sagrado. Honrar las necesidades. El libro de la selva en versión ciudad. Sin obligaciones, prejuicios y acciones blandas.
Humor negro, ojos rojos, metiéndome en marrones, materia gris, ser transparente. Cerrar las pupilas y verlo todo en... ¿qué colores? Yo si tuviera que explicarle cómo es el arco iris a un ciego, le diría que no se preocupara. Que los colores son meras formas de expresar las cosas, categorizarlas, clasificarlas de manera objetiva, para no volvernos locos. Y si él no está loco, es que su gama de colores existe. Cuando te coge de la mano, lo ve todo en color suerte. Si grita en una habitación vacía, todo se tiñe de supremacía. Y cuando le dices que le quieres, tu nombre es su color preferido.

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