sábado, 23 de abril de 2011

Vam voler veure les estrelles i brillantors.

La saliva de tu regazo busca donde reposar definitivamente. No encuentra la postura que acaba de emborronar su coherencia. Retumba cerca de mi nuca el tintineo de un aleteo fúnebre que no deja secuelas. El roce de la piel de camaleón de un sueño suplica clemencia de rodillas hacia el monumento en tu honor que hay en mi pecho. Quisimos destrozar los rayos de luz que entraban por entre las cortinas, y solo cerramos los ojos para que nos calentaran súbitamente. Quisimos ver las estrellas y brillamos. Es cuestión de conversar mudos, de contarnos como ha ido nuestro día a empujones, de comunicarte lo feliz que me haces cuando los cabellos granizados que tanto tientan a la suerte se balancean tapándome todo aquello que, en ese momento, no necesito. Porque para entenderse no hace falta hablar el mismo idioma. Casi preferiría echar raíces donde nos comimos.
Soy funambulista dueño de la cuerda floja, donde se ocultan los sueños, donde se ocultan tus besos.

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