domingo, 4 de diciembre de 2011

Fuck that nigga that you love so bad

Esto no es el colegio, no te pretendo educar, pero como buen profesor, te puedo mandar a casa si tu comportamiento es inadecuado.
Sonaba Marvin's Room en aquel salón acortinado, precioso y añorable a ojos de cualquiera. No te lo dije para que me miraras y me dijeras que me querías, fue sólo un acto reflejo ante el espejo que eres y por el cual te percibo. No llovía, no era la ocasión, pero ojalá. Tal vez las gotas en el cristal te hubieran hecho tambalear y tu semblante no causara en mi esa inferioridad que tanto deje atrás cuando te conocí. Sabes, si todo ésto no es un juego, no tires los dados ni tientes a la suerte para ver cuantas casillas avanzas en tu turno. ¿Porque hilas la libertad con la avaricia y la veracidad de mis actos con dónde me despierto al día siguiente?
Había tanto polvo en tu mirada, que cada vez que tus ojos me arropaban me sentía sucio y estornudaba, a pesar de que de tu boca salían las mayores palabras de aliento y vida que cualquier película romance del siglo XVII hubiera deseado guionar en su apoteósico final.
Terminado aquel anochecer palpitante, no se me ocurrió otra cosa más antiparalela que encenderme un cigarrillo. Por qué no darle un recreo a un corazón aventurero. Aunque en este caso el término medio no tenía posibilidad de lucirse.
Si bien todo lo que vale la pena cuesta, si bien la felicidad no está al alcance de todos, hay cosas inútiles y variopintas con las que podemos realzar un fugaz vuelo. Que levante la mano aquel vago ilusionista que no haya   desenfundado una sonrisa, o enfundarla, eso es lo de menos, al ver que con una pareja de 6 te has llevado la mano.

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