domingo, 2 de diciembre de 2012

Cookies.

Se te encendió la curiosidad y acabamos quemados los dos. Yo, como buen aventurero, te acompañé en todas tus acciones y decisiones hasta que nos dimos cuenta de que el tesoro que buscábamos era más que mera leyenda. Lo cual me olía desde el principio, pero, ¿qué hay más bonito que buscar la imposible? 
Tenía miedo. Mucho miedo. No sabía cómo podría acabar semejante tragedia disfrazada de cuento. 
El disfraz se fue cayendo a cachos. Los "buenas noches, princesa" se deshilacharon para dar a lucir las discusiones sin sentido que, a pesar de todo, mantuvimos en un segundo plano suponiendo que la reconciliación nos daría la medalla de oro. Tu confianza nos hizo mella. Las ganas de meterme contigo para que, con un golpe sutil con tu mano, pudiera notar que seguías queriendo tontear. Los besos llevaban tiempo sabiéndome a desgaste. Y así, llegamos a un punto muerto.
Con esto no quiero decir que estemos fuera de juego. Quiero seguir disfrutando, que no viviendo, del cuento. Sigo teniendo grabado en la mente que eres mi princesa, y no quiero dejar de pensarlo.
Tal vez este sea nuestro Amanecer Parte I, y nos quede la segunda parte. Tengo ganas de demostrar que las segundas partes no siempre son malas. Hagamos que esta parte le dé aún más fama a la saga.

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