sábado, 19 de noviembre de 2011

No hay condena que me haga pensar que no puedo escaparme

Siempre he exclamado las interrogaciones, y puesto comas donde los puntos y final se hacían palpables y visibles a la vista de cualquiera. El reloj, que marca la 1:09. Y yo traspuesto por un montón de cosas que no me salen. Porque un día simplemente pienso que me como el mundo y al acostarme de arrojar mi insulso cuerpo del 5º. Ésto es un autoaviso. La puesta en verde de un semáforo puesto en mal sitio, y que deja correr sensaciones aparentemente fuera de circulación. He ahí mi interés por llegar a comprender la complejidad de nuestro ser. Querido devenir, que hacemos eterno. Tal vez si no convirtiéramos las riñas en guerras y los despistes en amnesia apocalíptica, esto dejaría de ser tan gracioso; la gracia del cómico de humor negro, vestimenta arcaica, y mucho sentido común. Mucho sentido común, como los locos.

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